¿Cuándo fue que sucedió?, creo que Marco tenía como trece o catorce años. Fueron un día con Elías a visitarlo al hospital, en ese momento lo que más le preocupaba era hacer la estadía del amigo un poco más amena así que cuando él les dijo que tenía sed, enseguida pensó en la cerveza. ¡No, si no te dejan entrar con bebidas alcohólicas!, le señalaron enseguida. Pero bueno, ¿qué son las indicaciones médicas para un amigo que visita a otro amigo?, la latita de cerveza igual entró a la sala de internación, acovachada entre la ropa, disimulada ante la mirada de los extraños y los curiosos.
Marco no sabe muy bien de qué habían operado a su amigo, sí recuerda que ya venía de pasar varios trances semejantes a este, ya tenía como siete operaciones y esta parecía ser una más entre otras. Le contaron después algo sobre una operación abierta para que cicatrizara y una palabra complicada: negligencia, porque él estaba bien, pero algo pasó, un sendero que se interrumpe de repente, una huella que se pierde.

Marco es el más chico de los hermanos y sabe, porque le han contado, que su existencia es algo así como producto de la casualidad o de la buena suerte. Su mamá no debía haber tenido más hijos, pero ahí estaba él, arrebatando el aliento, luchando en contra de una marea que le llenaba los pulmones, sujetándose para no perderse. Luisa, la mamá, dicen que estuvo a punto de dejarse llevar en la instancia del parto. A ella le había agarrado una hemorragia, cuenta Marco que le ha contado su papá, pero, bueno, se salvó ella, me salvé yo.
Salvarse o perderse, escaparse, sobrevivir al peso de la memoria, al dolor de la muerte, salir indemne, colgado de la risa, ese parece ser el trabajo de Marco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario