miércoles, 29 de mayo de 2013

TIERRA

Entraron en el despacho de la oficina de tierras de la municipalidad. Eran tres, el señor y la señora de mediana edad y el niño de más o menos cuatro años. Todos estaban muy abrigados porque hacía frío, ella usaba pollera larga, medias y un saco de color marrón, él llevaba gorra y una campera azul.
En la oficina hacía un poco de calor por la calefacción, él sacó un número y se dispusieron a esperar que los atendieran. Dos empleadas sentadas atrás del mostrador iban llamando por número, cuando les tocó el turno él se acercó y se sentó en una silla frente a la empleada, ella y el niño se ubicaron parados uno a cada lado de él.
lotes en una toma de tierras
- Buenos días… -dijo la empleada con mirada interrogativa
- Vengo por las medidas del lote, acá dice (le muestra un papel)… y yo lo medí, son doce por treinta… y acá dice…
- Acá dice 432, son 432 metros el total de la superficie, de lado a lado – mueve la mano derecha y le indica con el dedo índice como señalando los lados de una figura geométrica
- Pero yo lo medí… son 12 por 30. Algunos lotes miden 14, otros…
- Sí, claro, depende del lote que tomaron, algunos tomaron con una medida, otros con otra
- Sí, pero yo lo medí son 12 por 30 y acá me están cobrando…
- ¿Y con qué lo midió? – pregunta la empleada
- Con la cinta
- Bueno, mis compañeros no trabajan con la cinta, las medidas son así, ellos usan instrumentos de topografía, esas son las medidas, 432 metros cuadrados en total
Se hace una pausa en la conversación, parece que el hombre se ha convencido, pero nuevamente muestra el papel que tiene en la mano y dice:
- Acá dice que la titular es ella- señala a la mujer que continúa de pie a su lado- y yo figuro como suplente…
-  Bueno, aparecen los dos como titulares – dice la empleada y mira a la mujer que continúa en silencio
- Lo que pasa es que no estamos casados –dice el hombre- somos concubinos nomás, y el que va a pagar el lote soy yo…
- Pero usted la declaró como pareja, no importa que no estén casados ¿tienen hijos en común? – dice mirando al niño y haciendo gestos de aseveración
- Sí – contesta él- pero yo sé lo que tengo –mira a la mujer- y después puede haber problemas y ella me dice andate y se queda con todo. Así son las cosas… y el que va a pagar soy yo
La mujer mostraba tímidamente una sonrisa desdentada sin decir ni una palabra.
La empleada llama entonces a otra persona que parecía ser alguien que en la oficina tenía otra autoridad
- Miriam, vení por favor. Mirá, este señor dice que quiere que su nombre aparezca primero –le señala el papel que continúa en manos de él
- Ah, no, yo no le voy a cambiar el orden, es lo mismo, son cotitulares. ¿Son casados ustedes?
Y ahí él insiste: que no, que no somos casados, concubinos nomás, que yo soy el que paga, que yo sé lo que tengo, que el lote tiene que estar a mi nombre…
Todos en la oficina, otras empleadas y también algunos vecinos y vecinas escuchan el intercambio. La señora se anima a decir:
- Yo le dije- y sonríe
- Ustedes son cotitulares, el lote va a quedar a nombre de los dos. Si usted quiere – dice Miriam dirigiéndose al señor- cuando pague las cuotas puede pedir que le den un recibo a su nombre
-  Ah, yo puedo… -dice él
-  Pero el lote está a nombre de los dos –afirma Miriam
La señora insiste:
-  Yo le dije- y sonríe
La empleada los mira y no dice nada. Él guarda los papeles en una carpeta, se levanta de la silla y los tres se van de la oficina. Empleadas y vecinos intercambian miradas. Miriam dice:

-  Sin palabras…

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