jueves, 5 de marzo de 2015




Vi venir a la muerte y tuve miedo, pero no de la muerte sino de verla venir. Eso fue cuando andaba distraída por ahí, bebiendo vida con displicencia,casi con desgano; andando como siempre, entre una cosa y la otra. No me sorprendió verla, en realidad era casi como si hubiese estado buscándola, y eso fue lo extraño: encontrarla casi sin querer. Mirarla de reojo, desenfocar la vista a propósito, creerla ajena  y estar tan deshecha en partes como para ignorarla.
No fue, como he escuchado por ahí, que se me helara la sangre, no. Capaz que eso hubiera sido más sano, si es que algo así puede decirse en estas circunstancias. Pienso que al menos habría podido reaccionar con violencia o intentar defenderme. No, seguí como si tal cosa, pero muerta de miedo.